(Les invito a visitar mi nuevo blog: Le Moustre's Art Center)


Esta es una versión digitalizada de lo que han sido mis viajes, hasta ahora, por los diferentes rincones de este mundo, del cual podrán conocer un poco más a través de mis ojos, mis descripciones, mis pensamientos, mis andanzas, además de los obstáculos, los disgustos, las gratas e ingratas sorpresas que tuve que experimentar para llegar a esos lugares que escogí para encontrarme, explotar y satisfacer mis sentimientos e ilusiones.

El nombre surgió a partir del momento en que decidí que realizaría una "trayectoria viajera" por el Sur de América en el 2006, empezando por Argentina. ¿Por qué? Lee y encontrarás mis razones más adelante. El viaje se extendería por Brasil, quizás Paraguay (no estaba previsto ni detallado en planes exactamente), Uruguay y, el regreso al punto de partida, Argentina.

Los viajes que realicé anteriores a mi trayectoria de viaje no los detallaré como tal, a lo mejor los mencionaré entre tanto o hablaré de algunas personas importantes que conocí durante, porque no tendría sentido mencionarlos si no se llevaron a cabo después de que tomó vida este proyecto, a parte que no siempre fueron un sueño.

Trayectoria Viajera: (DO - Panamá City)

22 de Julio 2006

(Santiago – Santo Domingo – Panamá City)

Ha empezado la "trayectoria viajera" más planeada de mi vida, esa que iba a empezar en Argentina, un país que me resulta una incógnita porque no tengo conexiones por ningún lado para estar encantada con su cultura y su gente, pero al final sólo sé que nadie me puede discutir que aunque no tenga una razón de mucho peso, siempre querré volver a esa parte del Sur y eso me llena.

Para como empezaron a marchar las cosas pensé que estos disgustos podrían desilusionarme. Me tuvieron que trasladar a Santo Domingo a tomar el vuelo a Panamá City junto a otras personas, punto que nos serviría de escala para arribar al aeropuerto de Ezeiza, porque el avión nunca llegó por problemas técnicos. Hasta que llegara la hora de partida nos alojaron en un hotel de Santo Domingo, cercano al aeropuerto para que nos refrescáramos, comiéramos lo necesario y descansáramos, ahí recibí una llamada de la mamá de Buffoni y aproveché y hablé con la hermana de esta última, mientras trataban de enterarse de lo que estaba pasando haciendo preguntas me puse nerviosa por la desesperación, los ojos me brillaban cada vez más por las lagrimas que querían salir pero que la mayoría del tiempo me traicionan porque no terminan de salir. Mi madre se sumo a las llamadas y sé que como me conoce trataba de alentarme en todo momento.

Finalmente llegó el momento de volar, pasamos directamente sin que revisaran todos los datos de nuestros pasaportes porque el check-in lo habían realizado desde Santiago (supuestamente!), es más que obvio que nos querían evitar otro disgusto haciéndonos esperar más para abordar. Igual me tocó enfrentar otro más cuando un inútil en la aduana me paró porque decía que no podía salir del país con pasaporte francés, porque tenía una madre Dominicana y porque vivía aquí… Gadejo! (ganas de joder). Qué impotencia. Hasta que decidió dejarme ir, porque sabía que no tenía pruebas validas para seguir reteniéndome, me dirigí al avión y seguido encontré mi sitio me senté y traté de recordar las ganas que eran más, mientras salían una y otra vez motivos para apaciguarme, me acordaba de todas las otras ilusiones que tenía que cumplir.

Tomamos el tiempo pautado para llegar a Panama City, allí solo quedaba esperar para tomar el vuelo a Buenos Aires, mi primer destino y donde me estaría esperando Buffoni. En el Duty-Free compré un cuadro pequeño que tenía bordado un gallo para mi hermana mayor, Eva Longoria, porque sabía que le gusta colgarlos en su cocina como tradición de buena suerte según los portugueses. Jamás se lo entregué, lo olvidé, está ahora en el comedor de mi casa.

Lista para tomar mi próximo vuelo, esperaba a que fuera llamada mi línea económica. Cuando me paré para enseñar mis datos otra nueva!, no aparecían mis datos en el listado así que me pidieron que me sentara hasta nuevo aviso. Estaba a punto de reventar. Qué risa. Me pasaba por la mente una línea: “si no es que este será el viaje más cagón de mi vida, será el mejor… el más, más!”. Lo complicado siempre se torna atractivo.

Me paré y le dije a esa vieja que cómo era posible que pasaran estas chorradas, que podía ver mi ticket, comprobar datos con mi pasaporte… Y ella insistía en que no me encontraba en el sistema. HDP! Llegó otra vieja, que fue mi salvación y le empecé a hablar y a explicarle mi situación, tomó el pasaporte, reviso el ticket y escribió unas cuantas cosas en el ordenador que estaba en frente de ella y no sé porqué pero rompió el ticket y me mandó a entrar. Un gran BU para la otra vieja! BUUUU! BUUUU!

Me tocó sentar entre dos jóvenes, un uruguayo profesor en una universidad de Montevideo y un mexicano ingeniero en sistema. Desde que nos vimos a la cara nos presentamos y hablamos por unos minutos hasta que despegamos. Yo me dormí enseguida, pero el profesor se quedó despierto observando todas las vueltas que empezaríamos a dar sobre el canal de Panamá durante la noche.

Una hora más tarde escuchamos al capitán hablar avisando que las ruedas de aterrizaje en ningún momento pudieron ser guardadas, por lo que tendríamos que regresar a Panamá City para resolver el defecto técnico y quién sabe si cambiar de avión. Entró el pánico, la desesperación y yo no era una menos, pero disimulaba perfectamente bien. El profesor comenzó a relajar diciéndome que pensaba que se estaba poniendo loco porque desde que habíamos despegado veía que veníamos dando las mismas vueltas por encima del canal. Me quedó reírme y fue lo mejor. En breve aterrizamos, explicándonos que nos llevarían a alojar al Veneto Hotel Casino, situado en la ciudad para que (nuevamente!) comiéramos, descansáramos, aprovecháramos para conocer y hasta jugáramos en el casino del mismo hotel. Nos facilitaron tarjetas de llamadas que utilicé para llamar a mi casa y a Buffoni, pero no contestó, así que le comenté sobre lo que había pasado a mi madre para que tratara de comunicarse con Buffoni y estuviera al tanto de mi tardanza.

No me separé del Profesor ni del Ingeniero en Sistema, estuvimos dando vueltas, conversando y tenían las mejores intenciones, buen sentido del humor y eran respetuosos. Me fijo que en la vida solo hay dos tipos de personas: las buenas y las malas, luego están las que te caen bien, las que te caen mal y las que te son indiferentes. Para mi suerte, estos eran buenos y me cayeron muy bien.

Nos prepararon unas horas más tarde para regresarnos al aeropuerto, sin hacer check-in ni nada por el estilo, solo una revisión leve y rápida antes de montarnos en el mismo avión. Enseguida todos nos dormimos y sé que yo desperté no mucho antes de que aterrizáramos y el Profesor no perdió un segundo en decirme que ya volábamos sobre tierra albiceleste, así que me arreglé y comencé a ver todo el paisaje. No había mucho para comentar, me corría una felicidad enorme por la sangre, respiraba suspirando constantemente y se sentía tan bien. Se avecinaba un sueño a ser realidad.

Intercambié información de contacto con el Profesor, qué humor más ingenioso tenía el chico, eh! Después que nos tocó el descargo nos despedimos y le escribí después que terminó mi trayectoria viajera. Me alegró bastante de leer su contestación. Hoy en día espero que esté bien.

Pasé por todo el papeleo recurrente de siempre; pareciera que es inexplicable para cualquier migración ajustarse a la idea de que una francesa pueda vivir en República Dominicana. Por lo menos en menos de 40 minutos pude salir y finalmente ver la cara de Buffoni filmándome con su cámara, qué alegría se me notaba por todo. Me pegó un fuerte abrazo, quedé en silencio pero para mi fue un alivio. Finalmente estaba pisando el país de mis amores.




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